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Trump: la virazón del 25 de julio

La Cámara de Representantes de los Estados Unidos va a formularle cargos a Donald Trump para que el Senado lo destituya. El proceso surge de una conversación telefónica que tuvo Trump con el presidente de Ucrania el 25 de julio de 2019, en que trató de sobornarlo para que investigara a una empresa estadounidense en que estaba involucrado el hijo de Joe Biden, precandidato demócrata a la presidencia.

La fecha del 25 de julio no ha sido buena para Puerto Rico. Ese es el día de Santiago Apóstol, patrono de España, que luego de haber “descubierto” a Puerto Rico, durante cuatro siglos nos sometió a un régimen colonial. Se celebraba la fiesta del santo patrono del opresor; nada como la “santidad” para encubrir el colonialismo.

El 25 de julio de 1898 ocurrió “el cambio de soberanía” cuando los Estados Unidos le arrebataron a España sus últimas colonias. El nuevo amo no tenía santo patrono, así que el 25 de julio se convirtió en el día de la invasión. El país siguió siendo enclave militar, y brindó la oportunidad para que empresas estadounidenses sacaran grandes riquezas del país, mientras la población languidecía en la pobreza.

A mediados de siglo XX le cambiaron el nombre. El 25 de julio de 1952 entró en vigor una “constitución” con el permiso y la aprobación del Congreso. Se conmemora el “día de la Constitución” como parte de un mito: Puerto Rico había dejado de ser colonia y estaba entre los países prósperos. Por supuesto, los eventos de los últimos años nos han revelado la mentira. Puerto Rico es una colonia quebrada, en depresión hace trece años, sujeto a una junta creada por el Congreso bajo sus poderes plenarios.

El 25 de julio de 1978 la Policía asesinó a dos jóvenes independentistas en el Cerro Maravilla. Era la culminación de una vergonzosa historia de represión del independentismo por los federales y las fuerzas policíacas de Puerto Rico: FBI y COINTELPRO, la ley de la mordaza, la división de “inteligencia” de la Policía, las “carpetas”.

Y así llegamos al 25 de julio de 2019. Se imputa al presidente de los Estados Unidos que solicitó de un jefe de estado extranjero que interfiriera con una elección, corrompiendo elecciones democráticas. Al así hacerlo ha actuado de forma groseramente incompatible con el autogobierno. Ha pretendido usurpar poderes que no le corresponden, subvirtiendo el gobierno constitucional.

¿Será posible que esta sea “la virazón” del gobierno antidemocrático que los Estados Unidos han impuesto y promovido en Puerto Rico? ¿Estarán cambiando los vientos hacia otra dirección para que el 25 de julio no sea símbolo de opresión y engaño? ¿El Congreso estará verdaderamente comprometido con los valores democráticos, con el autogobierno y con la integridad del gobierno constitucional que le ha negado a Puerto Rico? Yo no me haría de ilusiones.

Si algo caracteriza el proceso contra Trump es la pugna partidista ante las elecciones del 2020. Los demócratas creen que les favorecerá un electorado hastiado de las bufonadas de Trump y el descrédito internacional que ha provocado. Pero saben que el Senado no va a condenar a Trump, porque veinte senadores republicanos tendrían que votar contra el presidente. Habría que preguntarse qué pasaría después. ¿Mike Pence de presidente? ¿Que un demócrata gane la presidencia? Eso no va a resolver nuestros problemas porque todos duermen tranquilos manteniendo el carácter territorial de la relación con Puerto Rico.

No podemos pedirle peras al olmo, en la expectativa de que con la sustitución del presidente se resuelvan nuestros problemas. Solo cuando nosotros, acá en Puerto Rico, reclamemos decididamente nuestro derecho de libre determinación, comenzarán a escuchar las voces racionales que allá están promoviendo la solución del problema, para beneficio no solo de Puerto Rico sino de los propios Estados Unidos.

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