
INTER INFORMA / PROFESOR JORGE FARINACCI FERNÓS – Fundamentalismo y neoliberalismo: las causas de dos 11 de septiembre
El 11 de septiembre de 1973 se ejecutó el golpe de Estado en Chile contra el gobierno constitucional del presidente Salvador Allende.
En primer lugar, el golpe tuvo como objetivo frenar violentamente la “vía chilena al socialismo” del Gobierno de la Unidad Popular. Se trataba de la transformación social de Chile desde una base de democracia, libertad y pluralismo. Durante los tres años del gobierno de Allende, ni un solo periódico fue clausurado, ni un solo partido fue prohibido. Durante esos mil días, se nacionalizó el cobre chileno -para que sus riquezas fuesen propiedad de todo el Pueblo-, se duplicó el salario mínimo, la alimentación de la niñez empobrecida se convirtió en un compromiso del Estado, y se amplió la participación del pueblo trabajador en la toma de las decisiones fundamentales del país.
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En segundo lugar, el golpe tuvo como objetivo desmantelar la profundización de la democracia chilena. No se trató de un golpe que meramente derrocó a un gobierno particular para inmediatamente llamar a elecciones nuevas. La democracia chilena fue exiliada por más de 16 años. Se ilegalizaron los sindicatos, se prohibieron los partidos, se suprimió la expresión disidente.
En ese sentido, el objetivo de los golpistas era derrocar el socialismo y la democracia y sustituirlos con neoliberalismo y dictadura. Curiosa dicotomía.
El 11 de septiembre de 2001 se llevó a cabo un ataque terrorista en los Estados Unidos.
Este atentado fue ejecutado por una banda de fanáticos religiosos fundamentalistas que justificaron su atrocidad en nombre de Dios y la lucha contra los infieles. Estos formaban parte de una tendencia global mayor que favorece la teocracia y la degradación de las mujeres, a la vez que rechaza la ciencia y la pluralidad y convivencia política, cultural y religiosa.
En ese sentido, el objetivo de estos fanáticos era imponer sus creencias religiosas y trastocar los derechos democráticos de quienes difieran. Es decir, podemos notar una fuerte pugna entre el fundamentalismo y los valores democráticos básicos. Otra curiosa dicotomía.
Por todas partes del mundo, incluyendo América Latina, Estados Unidos y Puerto Rico, estamos viendo una convergencia de ideas neoliberales, autoritarias y fundamentalistas con un fuerte discurso anti-socialista y anti-democrático. Dicen creer en la democracia, pero no quieren democratizar la economía (ahí prefieren la dictadura del mercado y de los adinerados) y no toleran a quienes piensen de manera distinta (ahí prefieren la imposición).
Debemos estar vigilantes para que Puerto Rico no sufra su propio 11 de septiembre. Nunca más.
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