
INTER INFORMA / PROFESOR CARLOS GORRÍN PERALTA – Cuentos y leyendas de Santiago Apóstol
Cada 25 de julio se celebra la fiesta Santiago Apóstol. Se llamaba Ya’akov, uno de los doce discípulos de Jesús que se esparcieron para evangelizar el mundo. Él fue al oeste y llegó a Gallaecia (Galicia). Parece que en un sueño la Virgen María le pidió que regresara a Nazaret. Volvió, y allá murió martirizado. Trasladaron el cuerpo a Gallaecia, y lo enterraron en un bosque.
Según la leyenda, ocho siglos después un campesino vio unas estrellas sobre el bosque. Encontraron una tumba y proclamaron que eran los restos de Sanctus Iagus. Yacen hoy en la Catedral de Santiago de Compostela, nombre alusivo al campus stellae (campo de estrellas) que había visto el campesino.
Es patrono de España y se le representa como guerrero durante la “reconquista”, guerras de siglos contra los moros que acabaron en su expulsión con los judíos en el siglo XVI. Ya’akov había muerto siglos antes; es otro mito presentarlo matando moros montado en un corcel blanco.
La festividad de Santiago se celebraba en Puerto Rico cuando era colonia de España. Todavía las fiestas patronales de Loíza y Santa Isabel honran a esta figura mítica. Su importancia ha mermado, pero quedó con nosotros la inclinación a crear mitos relacionados con la fecha.
En ese día los Estados Unidos nos invadieron con una primera “promesa” de traer las bendiciones de la libertad. Continuamos siendo enclave militar colonial, y la fecha se convirtió en el día de la invasión. Todavía empresas estadounidenses sacan grandes riquezas del país, mientras la población languidece en la pobreza.
En 1952 le cambiaron el nombre de nuevo para celebrar el “día de la Constitución”. Se elaboró el cuento de que Puerto Rico había dejado de ser colonia y era un país próspero. Los últimos años han revelado el engaño. Puerto Rico es una colonia quebrada, en depresión hace dos décadas, sujeto a una junta creada por el Congreso (Promesa) bajo los poderes plenarios que sigue ejerciendo sobre nosotros, un territorio no incorporado de Estados Unidos.
El 25 de julio de 1978 “héroes” de la Policía asesinaron a dos jóvenes independentistas en el Cerro Maravilla, como parte de la vergonzosa historia de represión del independentismo por los federales y la Policía del país: FBI y COINTELPRO, mordaza, división de “inteligencia”, las “carpetas”.
En estos días se conmemoró el 25 de julio en diversos eventos. Algunos líderes populares querían convencer a sus seguidores y su periferia de que les deben confiar el futuro del partido y del país. No celebraban al Apóstol, ni hablaron de la invasión, la represión o los asesinatos. Tampoco hablaron sobre la crisis política, económica, social y moral que sufre el territorio. Celebraban la Constitución, concentrándose en cómo debe ser la relación con los Estados Unidos.
Alabaron la relación permanente con los pilares “comunes” de moneda, ciudadanía, comercio y defensa, todos anteriores al 1952. Propusieron vagas generalidades, como una “política puertorriqueñista”. Propusieron el reclamo de paridad de fondos en los programas federales, sin enterarse de que el Congreso no quiere hacer eso y que la Corte Suprema ha resuelto que pueden tratarnos distinto. Proponen cambiar la relación para que sea un pacto escrito en el que se pueda impedir la aplicación de leyes federales, sin haberse enterado de que el Congreso ejerce poderes plenarios y no es posible que un territorio impida la aplicación de leyes federales.
¿Será que finalmente quieren que Puerto Rico quede fuera de la cláusula territorial? No parece. Han objetado medidas recientes que proponían relaciones no sujetas a dichos poderes plenarios. Reclaman que el ELA —es decir, territorio no incorporado— tiene que estar en la papeleta de cualquier consulta que se haga sobre el estatus. El Partido Popular engañó al país durante décadas sosteniendo que ya no éramos un territorio, pero ahora insisten en defender la territorialidad del ELA a brazo partido, “férreamente” como dice el presidente del PPD, para que la consulta sea “democrática”. El colonialismo, por definición, es antidemocrático. Triste definición de democracia la que permite que un pueblo opte por seguir siendo colonia, como el esclavo sumiso que consiente a su esclavitud.
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