INTER IFORMA / PROFESOR CARLOS GORRÍN PERALTA – ¿Qué hay que celebrar el 4 de julio?
El 4 de julio de 1776, en Filadelfia, unos hombres que habían promovido la fuerza y la violencia mediante las armas aprobaron un documento subversivo que anunció su secesión de Gran Bretaña; sin permiso de nadie, dejaron de ser colonias para convertirse en “los Estados Unidos de América”. No querían estar sometidos a los poderes plenarios que Gran Bretaña ejercía sobre ellos. Decidieron “disolver los vínculos políticos que lo[s] habían ligado a otro y asumir entre las naciones de la tierra el puesto … a que [tenían] derecho”.
Reclamaron el derecho “a la libertad y la búsqueda de la felicidad” y que “para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando … una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno … y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad”. Proclamaron su derecho a la libre determinación.
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La Declaración contiene una larga lista de quejas para documentar los “repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta”. Además de negarse a legislar para responder a las necesidades de las colonias, el parlamento había aprobado leyes comerciales y tributarias contrarias a su bienestar. “[C]uando una larga serie de abusos y usurpaciones … demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, deshacerse de ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno”.
En marcado contraste con estos pronunciamientos libertarios, el documento contiene aspectos condenables. La aseveración de que “todos los hombres son creados iguales” suena bonita, pero no incluía a las mujeres, ni a las personas que no fueran blancas, ni a las que no tuvieran propiedades. La Declaración denunció que la corona “había incitado insurrecciones”, refiriéndose a que, especialmente en Virginia, los gobernadores prometían la libertad a personas importadas de África y sus descendientes, entonces sometidas a la esclavitud por americanos rebeldes. Recuérdese que miembros del Congreso Continental, incluyendo a Tomás Jefferson, principal autor de la Declaración, tenían esclavos y querían perpetuar la institución de la esclavitud. Otro aspecto bochornoso es la referencia a que los ingleses habían dificultado la colonización de tierras del oeste, y de “provocar a los habitantes de nuestras fronteras, los despiadados indios salvajes, cuya norma de lucha es la destrucción indiscriminada de todas las edades, sexos y condiciones”. Los “americanos” querían desde entonces colonizar las tierras del oeste, usurpándoselas a las poblaciones indígenas allí asentadas durante siglos, menospreciando su dignidad como seres humanos y justificando su exterminio como “salvajes”.
La Declaración de Independencia que se conmemora el 4 de julio es un documento contradictorio que trasciende el día feriado y los fuegos artificiales. Los aspectos negativos todavía están presentes en las luchas populares de mujeres, pobres, afroamericanos e indígenas. El derecho a la libertad y la búsqueda de la felicidad —el mito americano— sigue siendo mero desiderátum para muchas personas. Y los valores fundacionales relacionados con la libertad política han involucionado. Los Estados Unidos dejaron de ser colonia en el Tratado de París de 1783, suscrito con Inglaterra. Curiosamente, ciento quince años después, adquirirían colonias en el Tratado de París de 1898, incluyendo a Puerto Rico. Desde entonces sufrimos el colonialismo. La Declaración es retórica hueca para nosotros que sufrimos la subordinación política y las dificultades económicas a que nos condena nuestra condición territorial. No tenemos todavía mucho que celebrar en la colonia.
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