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INTER INFORMA / PROFESOR CARLOS GORRÍN PERALTA – Analfabetismo y subyugación en Puerto Rico

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¡Qué lástima! Las personas que deberían leer esta columna no pueden hacerlo. Otras puede que no la entiendan. Las primeras son analfabetas; las segundas, analfabetas funcionales que pueden leer las palabras, pero no las entienden ni pueden explicarlas a otra persona porque no acostumbran leer, y apenas escriben en su cotidianidad.

Es escandalosa la noticia de que ha ido aumentando la tasa de analfabetismo en nuestro país, y que el gobierno no tiene estadísticas de ese hecho vergonzoso porque —¡qué sorpresa!— era el gobierno federal el que se encargaba de recopilar esa información, y este dejó de hacerlo hace más de veinte años. Es otra muestra de dependencia, colonialidad, ignorancia sobre la importancia de ese dato “estadístico” e incompetencia gubernamental.

Las personas y los pueblos tienen un derecho humano a la educación. La constitución de los Estados Unidos no lo reconoce, pero sí la Declaración Universal de Derechos Humanos y diversos tratados internacionales, así como la constitución de Puerto Rico. Las razones son múltiples. La educación es un instrumento fundamental para el desarrollo individual de la persona y el progreso colectivo de los pueblos. Las personas necesitan la educación como instrumento de capacitación para ganarse la vida en el mundo laboral, para disfrutar y aportar a la vida social y cultural, y para participar significativamente en la cosa pública mediante el ejercicio de otros derechos fundamentales como la expresión, la asociación y el voto. En términos colectivos, los pueblos tienen el derecho a la libre determinación; para eso deben educarse para participar inteligentemente en la cosa pública y promover el desarrollo sostenible del país.

Una maestra que enseña destrezas básicas en una organización comunitaria en San Juan relató que cada vez recibe más personas jóvenes que no saben leer ni escribir. Explicó que muchos de sus alumnos son mujeres con niños pequeños, hijas de madres solteras que no fueron a la escuela.
Una maestra que enseña destrezas básicas en una organización comunitaria en San Juan relató que cada vez recibe más personas jóvenes que no saben leer ni escribir. Explicó que muchos de sus alumnos son mujeres con niños pequeños, hijas de madres solteras que no fueron a la escuela. (José L. Cruz Candelaria)

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