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INTER INFORMA/ Dr. JULIO FONTANET MALDONADO/ SOLIDARIDAD BORICUA EN RINCÓN : Migración Dominicana

Hace unas semanas circuló en las redes un vídeo que captaba una yola llena de dominicanos y dominicanas “indocumentados”. En dicho vídeo, se ve el bote atracando de manera forzada y torpe en una de las playas de Rincón. El bote —que estaba en paupérrimas condiciones para tan larga travesía— venía rodeado de otros botes, pero de la Guardia Costanera. Se trataba de una imagen que me hizo recordar una serigrafía del maestro Nelson Sambolín en torno a la lucha del pueblo viequense. En la parte superior, se ve un acorazado de la Marina de los Estados Unidos. En la parte inferior, enfrentándolo, la diminuta yola de un pescador. La pieza es de una elocuencia extraordinaria en lo que a enfrentar gigantes se refiere.

Una yola en una playa del oeste de la isla. (GFR Media)
Llamó la atención la manera tan espontánea en que muchos de nuestros compatriotas presentes procedían a dar apoyo y ayuda a los inmigrantes, escribe Julio E. Fontanet.

Lo sucedido en Rincón tiene que ver con eso mismo. Vemos en el material filmado escenas desgarradoras: mujeres y hombres que saltaban al agua y que, una vez tocado el suelo, salían corriendo para no ser detenidos. Creo que para muchos en el país se trata de la primera vez que veíamos, en vivo y “a todo color”, lo que es casi una cotidianeidad: el modo en que muchos de nuestros hermanos y hermanas dominicanos llegan a Puerto Rico.

Llamó la atención la manera tan espontánea en que muchos de nuestros compatriotas presentes procedían a dar apoyo y ayuda a los inmigrantes. Los consejos y la ayuda prestada reflejaron una gran creatividad y empatía: “corran en distintas direcciones”, “no corras, siéntate con nosotros”, “ponte la toalla”. Entre varios grupos con los que compartí después de este incidente se hacía patente el orgullo y alegría ante la espontánea solidaridad demostrada a los dominicanos por parte de los boricuas en ese azaroso momento.

Algunas personas se preguntarán si dicha conducta podría ser procesada penalmente. Técnicamente, sería posible si se establece que obstruyeron los arrestos o, quizás, bajo alguna interpretación —muy forzada, por demás— relacionada con la normativa migratoria. Cabe señalar que constituye delito menos grave entrar ilegalmente a los Estados Unidos y delito grave cuando se intenta por segunda vez. No obstante, es improbable que acusen o tomen medidas contra los que de alguna manera auxiliaron a los inmigrantes.

Llama la atención el riesgo que estuvieron dispuestos a asumir. Probablemente, nadie podría pensar que se justificaría procesarlos criminalmente por proveer ayuda humanitaria en esos momentos. Debe señalarse que el derecho penal clasifica los delitos entre malum in se y malum prohibitum. La primera modalidad tiene que ver con conducta que —por su propia naturaleza (asesinar, agredir)— debe ser penable; la segunda con conducta que es penable, no por su naturaleza per se, sino porque el legislador (o congresista) así lo dispuso. Lo relacionado con la inmigración sin los documentos oficiales es el mejor ejemplo de esta última modalidad. No debe sorprendernos, por consiguiente, que la ciudadanía no presente grandes reparos ante este tipo de delitos en comparación con los primeros.

No es difícil entender la solidaridad demostrada. Somos dos pueblos muy parecidos histórica, cultural y sociológicamente. Lo que generó esa solidaridad entre los boricuas que estaban disfrutando en la playa es que sabían que la travesía que realizaban los que se lanzaban de ese bote que atracaba tan accidentadamente no era un viaje de placer; era un viaje de necesidad —muchas veces con final trágico—, como el de nuestros compatriotas que diariamente abandonan el país, pero, claro está, de manera menos atropellada y riesgosa.

El contraste marcado lo suplió un turista estadounidense —probablemente tejano— que agarró a uno de los inmigrantes, lo lanzó al suelo y le puso una rodilla contra el pecho. Me pregunto si sabrá quién era George Floyd y cómo esa postura puede afectar fatalmente la respiración de una persona. Al turista le causó sorpresa no ser tratado como héroe sino recriminado por los presentes por lo que fue percibido como una gran falta de empatía humana. Quizás ese tipo de conducta la celebran en El Paso, pero no acá en Rincón.

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