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Dr. Julio Fontanet Maldonado / Inter Derecho /Legisladores Arrestados y Unicameralidad

martes, 17 de marzo de 2020

“Tanto que fastidiaste con la unicameralidad… y ahora los federales, con unas cuantas órdenes de arresto más, lograrán lo que tú no pudiste”. Con esas palabras, cargadas de ironía, no poco humor negro y una risita velada, me despertó telefónicamente hace unos días un conocido abogado de Isabela.

Para los que no lo recuerden —y los recientes arrestos de legisladores nos obligan a recordar— en el 2005, mediante una consulta especial, el pueblo de Puerto Rico votó masivamente a favor de una sola cámara legislativa —unicameralidad— y, en ese sentido, dio un mandato a la Asamblea Legislativa de entonces para que presentara una propuesta concreta al país en esa dirección. La opción de la unicameralidad obtuvo 456,267 votos para un 83%, mientras que la bicameralidad obtuvo 88,720 votos, un paupérrimo 16%.

A tono con ese mandato, el Senado aprobó una propuesta, pero la Cámara no hizo lo propio. En las elecciones siguientes (2008), todos los partidos incluyeron, como parte de sus plataformas de gobierno, la implantación de un sistema unicameral, con la excepción de un solo partido, el que, paradójicamente, ganó esas elecciones. No dudé en aquel momento que esa victoria iba a detener esa verdadera y urgente reforma legislativa que el pueblo reclamaba. Lamentablemente, así fue.

Los recientes arrestos de legisladores —y los que se avecinan— constituyen un emplazamiento para retomar aquella agenda inconclusa y más necesaria que nunca. Debo comenzar reconociendo la presunción de inocencia que tienen todos los arrestados y los que lo serán próximamente. Sería injusto, además, juzgar a todos los legisladores negativamente por las acciones de los implicados hasta ahora. Empero, cabe preguntarse, hoy más que nunca, ¿hacen falta dos cámaras legislativas y 78 legisladores en un país con apenas 3 millones de habitantes?

La pregunta es evidentemente retórica, particularmente si se toma en consideración que, quince años después, tenemos menos población y se ha duplicado la deuda pública a pesar del llamado doble cotejo. Cabe destacar que, durante todos los cuatrienios, a partir de 2004, han sido arrestados y convictos legisladores por actos corruptos y burdos. Los empleados fantasmas, los “kickbacks” y los sobornos han sido demasiado frecuentes y, según la policía federal (FBI), ello constituye una práctica bastante generalizada.

Estamos en año eleccionario, en la antesala de unas elecciones cuyo resultado es realmente impredecible. Es fundamental que todos los electores examinen las propuestas que, por escrito, presentan los candidatos, sobre todo porque esos candidatos se “comprometen” con la implantación de dichas propuestas y plataforma de gobierno. Es imperativo, entonces, que el candidato que desee contar con el apoyo mayoritario del pueblo incorpore una profunda y seria reforma legislativa que incluya, como piedra angular, un sistema legislativo unicameral. Una sola cámara legislativa propiciará una legislatura con menos, pero mejores legisladores; más ágil, más representativa, más fácil de fiscalizar y, por si fuera poco, en tiempos como los actuales, con ahorros de alrededor de $75 millones. Una sola cámara podría hacer un mayor contrapeso a la rama ejecutiva y al poder excesivo que esta ostenta, bajo la estructura constitucional existente, en el manejo de la gestión pública. Esa estructura actual no beneficia al país.

Es en una elección como la que se avecina en la que los electores tienen que darse a respetar, de manera que ningún candidato pueda dar por sentado el voto de persona alguna. Es en ese contexto que hay que reclamar una nueva estructura legislativa con una sola cámara. Los buenos legisladores no tendrán nada que temer ya que serán reelectos. Los otros deberán buscar donde ser ciudadanos de bien.

Es posible que arresten a más legisladores y el tamaño de la legislatura se reduzca repentinamente. Probablemente, en un sistema unicameral ellos jamás hubiesen sido electos. Eso era lo que, medio en broma, medio en serio, me quería decir el abogado de Isabela.

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